¿Por qué presento mi candidatura?

Creo que es lícito que muchos de vosotros os hagáis la pregunta de si es posible y conveniente que un modesto trabajador jubilado, condición  presente de muchos de nuestros militantes y votantes, pueda optar a la Secretaría  General del PSOE.

También me parece oportuno que os planteéis si para aspirar a esa responsabilidad es necesario pertenecer a las élites profesionales, haber cursado carreras universitarias o formar parte del funcionariado o de la burocracia de las instituciones o del propio partido.

Ambas cuestiones han martilleado en mis sienes bastantes días antes de tomar la decisión que me impulsa al redactado de estas palabras.

Personalmente he llegado a la conclusión de que la tarea más urgente que tenemos entre manos, la que nos demanda a gritos la gente a la que nos dirigimos, ya sea en nuestras propias filas o en el anonimato de la sociedad,  es representar e impulsar la recuperación de los valores seculares del socialismo.

Quizá hoy más que nunca, eso puede hacerlo un sencillo militante, de condición trabajadora, criado en el seno de una familia secular de socialistas y de gentes de izquierdas, autodidacta, formado a lo largo de una larga carrera de militancia efectiva, libre de cualquier componenda acomodaticia, limpio de adulaciones o de culto a la personalidad y transparente a la más ínfima sombra de nepotismo o de afán de enriquecimiento, un militante que, frente a los aparatos, siempre presumió de ser dueño de su propia hambre.